Con frecuencia evitamos el conflicto porque creemos que nos llevará al divorcio. Es como el cómic en el que la pareja le explica al terapeuta matrimonial: “Dejamos de hablar. Nos dimos cuenta de que es en ese momento cuando nos peleamos”.
Como recién casados, podemos evitar los conflictos porque creemos que “estar enamorados” es estar de acuerdo. Más adelante, podemos evitar los conflictos porque las cosas están tan fuera de control y las peleas son tan perturbadoras que nos cerramos. Después de una gran pelea, es posible que estemos incluso más determinados a evitar los conflictos.
En las relaciones exitosas, las parejas hablan sobre sus diferencias de maneras en las que fortalecen la relación y mejoran la intimidad. No dejan que los desacuerdos echen a perder la relación. No nos casamos para pelear y discutir, pero si una pareja no aprende a no estar de acuerdo con éxito, no podrán disfrutar de su matrimonio. Con frecuencia, las parejas están tan decididas a evitar los desacuerdos que dejan de hablar.